Día del Trabajador
En noviembre de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor, en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de 8 horas y, si no, se iría a la huelga.
En 1886, el Presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Como esta ley no se cumplió las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se movilizaron. Llegada la fecha, los obreros se organizaron y paralizaron el país productivo con más de cinco mil huelgas.
El episodio más famoso de esta lucha fue el funesto incidente de mayo de 1886 en la Haymarket Square de Chicago: durante una manifestación contra la brutal represión de una reciente huelga una bomba provocó la muerte de varios policías. Aunque nunca se pudo descubrir quién fue el responsable de este atentado, cuatro líderes anarquistas fueron acusados, juzgados sumariamente y ejecutados.
En julio de 1889, la Segunda Internacional instituyó el «Día Internacional del Trabajador» para perpetuar la memoria de los hechos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación fue emprendida por obreros norteamericanos e, inmediatamente, adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común de la clase obrera de todo el mundo.
El Congreso de París de la Segunda Internacional acordó celebrar el «Día del Trabajador» el 1º de mayo de cada año.
Desde 1890, los partidos políticos y los sindicatos integrados en la Internacional han dirigido manifestaciones de trabajadores en diversos países en petición de la jornada de 8 horas y como muestra de fraternidad del proletariado internacional.
En nuestro país, el primer acto del Día del Trabajador se realizó en 1890, en el Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de organizaciones obreras (mayormente anarquistas y socialistas) integradas por inmigrantes alemanes, italianos, españoles y portugueses. Desde entonces, cada 1 de Mayo tiene lugar una jornada en la que se manifiestan las demandas de los y las trabajadoras.
Durante las presidencias radicales, entre 1916 y 1928, se sancionaron diversas leyes (de descanso dominical, de regulación del trabajo a domicilio de las mujeres, de conciliación y arbitraje en los conflictos obreros, entre otras) que tendían al mejoramiento de las condiciones laborales de las personas trabajadoras. Por primera vez el gobierno intervenía poniendo algún límite a la patronal. En 1930, durante su segundo mandato, Hipólito Yrigoyen instituyó por decreto el 1 de Mayo como «día de fiesta en todo el territorio de la República».
No obstante, la nueva dinámica del mercado de trabajo tras la crisis internacional de 1929 actualizó las demandas y amplió las bases de la participación sindical, así como las ramas del trabajo. Y durante este período, muchas de estas organizaciones fueron perseguidas por los gobiernos de aquella década. Con la asunción a la presidencia de Juan Domingo Perón en 1946, se fueron concretando algunas de las reivindicaciones de las y los trabajadores, quienes además recibieron reconocimiento en el espacio público, se apropiaron de los símbolos, y se asignó un carácter festivo al 1 de Mayo.
1946 fue el primer año en que autoridades nacionales encabezaron la movilización. En esa ocasión, el presidente Juan Domingo Perón asoció por primera vez la fecha con el emergente movimiento peronista, y la Confederación General del Trabajo enfatizó que se trataba de un «día de sana alegría y verdadero descanso del músculo». En el folleto 1 de Mayo ayer y hoy, publicado en 1949, se expresaba claramente una ruptura con el pasado: «[…] el 1 de Mayo no es ya la fecha propicia al dolor y la desgracia, sino a la alegría. La Fiesta del Trabajo, realizada jubilosamente por quienes trabajan en la edificación de la Patria».
Sin embargo, estos no serían los únicos sentidos atribuidos a aquella jornada. Las disputas sobre el significado del 1 de Mayo no estuvieron exentas de tensiones con los sectores del movimiento obrero que continuaron dándole un carácter combativo. De hecho, los conflictos emergentes entre quienes promovían la celebración y quienes continuaban enfatizando los reclamos por mejores condiciones laborales ponían en el centro del debate el carácter mismo de la conmemoración: ¿se trataba de un día de descanso o de lucha?
En la Argentina el 1 de Mayo es feriado nacional desde 1976, según la Ley N° 21.329.
Fuentes: www.educ.ar, www.agro.uba.ar